Oxfordianos - Programa 1 (2021) - Transcripción completa
"Para comenzar: del genio preeminente de Shakespeare no se puede dudar. Shakespeare genera un interés entre los lectores y los aficionados al teatro que solo crece con el paso del tiempo, incluso hasta nuestros días. Shakespeare provoca elogios que sobrepasan a los de cualquier otro escritor. Sin embargo, encontramos que la duda persiste acerca de quién fue.
Sin duda, un poeta dramaturgo de tan incomparables poderes, cuyas obras disfrutaron de una increíble popularidad durante su vida y que deleitaron a dos monarcas, sería una figura familiar para muchos de sus contemporáneos. Sin duda, como sucede con otros escritores menores, sería conocido para nosotros hoy en día por el rol que le tocó jugar en la vida literaria e intelectual de su época.
Pero, ¿hubo alguien identificado como Shakespeare el escritor que alguna vez haya aparecido? ¿Hay alguien que afirme haberlo conocido mientras estuvo vivo? ¿Por qué el nombre de Shakespeare como dramaturgo nunca aparece impreso o siquiera mencionado, hasta donde sabemos, hasta que 15 o 16 de las obras que le conocemos ya han aparecido, cuando de pronto es celebrado como el mejor de su nación tanto en comedia como en tragedia? ¿Por qué tan merecida celebridad no fue levantada de nuevo sino hasta un cuarto de siglo después?
Debemos investigar estas preguntas y algunas instancias notables en las que Shakespeare no aparece cuando debería. Y debemos preguntarnos, ¿cómo es que el dramaturgo puede satirizar al consejero más poderoso de la reina bajo una protección real implícita?"
Charlton Ogburn, The Mysterious William Shakespeare.
Les doy la bienvenida a este nuevo espacio dedicado al estudio de Shakespeare, al estudio de la autoría de sus obras y, específicamente, al estudio de la teoría oxfordiana sobre la autoría de Shakespeare. Este es el canal Oxfordianos, por lo tanto, desde ya declaramos nuestra filiación y convencimiento de que fue Edward de Vere, el 17º Conde de Oxford, quien se esconde detrás del seudónimo William Shakespeare.
Vamos a comenzar con la polémica, poniendo las cartas sobre la mesa. Ese es el objetivo de este canal: analizar y estudiar la teoría oxfordiana en español, dado que, pese a que existen algunos videos en YouTube, no hay una mayor difusión ni estudio en nuestro idioma sobre estos temas, ni tampoco literatura disponible, ya que prácticamente todos los libros relacionados están en inglés. Eso es algo que también, como oxfordianos en español, nos proponemos remediar en el futuro: poder traducir libros y facilitar el acceso a esta literatura.
Dicho esto, y tras esta pequeña presentación del canal y del podcast (que esperamos disfruten), vamos a empezar por lo más importante, por el asunto que nos convoca: Shakespeare.
William Shakespeare es uno de los escritores —si no el más importante— de la historia. Ha sido situado junto a los grandes de la literatura universal: Homero, Dante y tantos otros. Nuestro Miguel de Cervantes también ha sido muchas veces equiparado a Shakespeare.
Pero Shakespeare pertenece a una categoría distinta: la mayoría de los críticos literarios lo consideran un autor fundacional de la cultura occidental. Como dijo Harold Bloom en su libro La invención de lo humano, no estamos hablando de una figura menor, ni de algo lateral o poco relevante para el presente, ni para el contexto cultural y civilizatorio en que nos encontramos. Todo lo contrario: las obras de Shakespeare constituyen una parte fundamental del imaginario colectivo de nuestra sociedad y nuestra civilización.
Esto es evidente no solo en las obras de arte que se han inspirado en Shakespeare —pinturas, composiciones musicales, películas y otras expresiones artísticas—, sino en cómo el pensamiento shakespeariano ha permeado la filosofía, la visión del mundo y la cultura popular en general. No hay quien no conozca a Romeo y Julieta o a Hamlet. Son figuras demasiado potentes y presentes como para ser ignoradas. Incluso personas que lamentablemente no han tenido acceso a la mejor educación al menos conocen esos arquetipos. Y eso lo he podido constatar personalmente.
Por lo tanto, en este programa, pretendemos —y espero que podamos crecer como comunidad oxfordiana en español— otorgarle relevancia e importancia a la teoría oxfordiana. No como un mero pasatiempo o un ejercicio detectivesco de teorías interesantes, sino sobre todo porque la visión oxfordiana —la convicción de que los hechos demuestran que el Conde de Oxford está detrás de las obras— permite una profundidad de estudio que la teoría oficial, que atribuye las obras a William Shakespeare de Stratford, no ofrece en absoluto.
Pero quisiera ahora comenzar enunciando el problema: la pregunta por la autoría de Shakespeare. ¿Por qué es válido siquiera hacerse esa pregunta? ¿Por qué no simplemente aceptar la versión oficial?
Creo que la mejor manera de responder es exponer brevemente cuál es esa versión oficial. Para eso me voy a servir de la herramienta a la que recurre la mayoría de las personas hoy en día: la bien conocida y nunca bien ponderada Wikipedia.
En Wikipedia en español leemos que William Shakespeare, también escrito "Shakspere" y "Shakespere" (según la ortografía isabelina, que no era fija ni absoluta —tema que debatiremos en detalle más adelante y que es muy relevante—), nació en Stratford-upon-Avon en abril de 1564. Dice que existen muy pocos hechos documentados sobre su vida, aunque es probable que naciera el 23 de abril de ese año.
Se puede afirmar que fue bautizado en la iglesia de la Santísima Trinidad de Stratford-upon-Avon, Warwickshire, el 26 de abril de 1564 y que falleció allí mismo el 23 de abril de 1616, según el calendario juliano (3 de mayo en el calendario gregoriano actual), supuestamente el día en que cumplía 52 años.
Eso es, y aunque cueste creerlo, queridos auditores, eso es prácticamente todo lo que sabemos sobre William Shakespeare, el más grande escritor de la historia.
He tenido la oportunidad de leer biografías en inglés sobre Shakespeare —que comentaremos en detalle más adelante— y les aseguro que nunca encontrarán tantas expresiones como "podría haber sido" o "se supone que", como en una biografía de Shakespeare.
Se sabe que fue inscrito en la parroquia, que habría asistido a la grammar school (escuela de gramática) de Stratford debido a la posición social de su padre, quien —vale la pena decirlo— era un hombre analfabeto, comerciante de cueros y fabricante de guantes, según lo que se ha podido averiguar.
El Shakespeare histórico, reconocido como autor de las obras, habría contraído matrimonio con Anne Hathaway, habría tenido un hijo que falleció a temprana edad y posteriormente se habría dedicado a ser empresario teatral.
De eso hay un par de documentos que lo mencionan como accionista del famoso teatro Globo (Globe Theatre), y también existen documentos legales que lo muestran involucrado en disputas por deudas, ya que en algún momento al señor Shakespeare le fue bien económicamente y se dedicó a ser prestamista. También hay un registro que lo muestra guardando grano durante una hambruna, lo que estaba penado por ley: tenía grano a su disposición y decidió acapararlo en lugar de repartirlo o entregarlo a las autoridades. Por lo tanto, fue multado, porque era ilegal acumular alimentos durante una crisis.
Como vemos, el señor Shakespeare no era, al parecer, de los “trigos muy limpios”. Finalmente, compra varias propiedades en su pueblo natal y muere en 1616, dejando un testamento en el que, entre otras cosas, le deja a su esposa su “segunda mejor cama”. Cuando hagamos un programa sobre el testamento de Shakespeare vamos a comentar ese detalle, que es una anécdota conocida en el mundo de habla inglesa.
Pero lo que sabemos en esencia es esto: Shakespeare nace en Stratford, pasa por una juventud que se conoce como "los años perdidos" —de los que no se sabe nada—, llega a Londres aproximadamente a los 25 o 27 años y hace su carrera como comerciante de lana, accionista teatral y actor de teatro (según consta en dos registros).
Más allá de eso, no existe ningún documento hasta 1623 —año en que aparece el Primer Folio— que vincule al señor Shakespeare de Stratford con William Shakespeare, el escritor. Ustedes podrían preguntarse: “¿Cómo es posible? Tiene que haber algo”. Bueno, vamos a ir por partes, porque este es un rabbit hole, como dirían los norteamericanos, muy profundo.
En este primer programa quiero mencionar únicamente el tema de la pregunta por la autoría. ¿Es válido preguntarse quién escribió las obras? Reitero: sí, es válido. Lo que acabo de resumir de Wikipedia es prácticamente todo lo que se sabe y eso, precisamente, es lo increíble: se sabe demasiado poco de Shakespeare. Todo lo que existe es mayormente conjetura y deducción.
Ese es el primer hecho que nos obliga a reconocer que es perfectamente válido plantearse la pregunta: ¿qué relación tiene este personaje histórico, tan oscuro, con las obras que se le atribuyen?
Ahora bien, esta pregunta despierta las más encendidas pasiones entre profesores de literatura inglesa; no son pocos los que insultan y humillan a quienes cuestionan la ortodoxia sobre el tema. Es, por lo tanto, un asunto espinoso, especialmente en el ámbito académico angloparlante. En el mundo hispanohablante, los estudios sobre Shakespeare no son tan profundos, hasta donde yo sé. Aún no existe aquí esa encarnizada lucha por desacreditar cualquier visión crítica de la autoría shakespeariana. Pero estoy seguro de que eso llegará, así que sé que me estoy metiendo en terreno pantanoso.
La idea es que podamos pensar y preguntarnos libremente y seguir formulando preguntas. Y aquí quiero citar el nombre de un podcast oxfordiano en inglés que recomiendo mucho a quienes manejen el idioma: Don’t Quill the Messenger, dedicado íntegramente a la teoría oxfordiana.
Volviendo al tema de Shakespeare, creo que ya he dejado claro que la pregunta por la autoría hoy en día es importante: saber quién fue la persona detrás de ese nombre, cuál fue su vida, cómo se relacionó con su obra, cómo influyó en sus contemporáneos y en la posteridad… todo eso es relevante porque Shakespeare forma parte esencial de nuestro imaginario como sociedad occidental.
Mucha gente cita frases shakesperianas sin siquiera saber que está citando a Shakespeare, así de profundamente han permeado sus palabras en el inconsciente colectivo.
Por lo tanto, no debemos olvidar que la literatura es fundamental para una sociedad: el arte es lo más valioso que tiene, porque constituye su visión del mundo. No son los recursos lo más importante; lo más importante es cómo se entiende y se habita ese mundo. En base a esa visión, una sociedad puede explotar su entorno como mero recurso o convivir con un mundo vivo.
Pero esa es una reflexión para otro día. Lo que quiero enfatizar ahora es que la pregunta por quién fue William Shakespeare es válida y necesaria.
Permítanme hacer una nota personal: ¿cómo llegué yo a este tema? La mayoría de quienes me escuchan probablemente se encuentran en el lugar donde yo estaba hace un año, ni siquiera cuestionándose la autoría de Shakespeare, asumiendo que es un referente más dentro de la literatura universal. Yo también era consciente de que existía controversia en torno a la autoría, pero nunca presté atención a ninguna teoría: no me parecía relevante o interesante. Seguí creyendo que el hombre de Stratford-upon-Avon era, incuestionablemente, el autor de las obras. ¿Qué otra opción podía haber?
Todo esto cambió cuando recientemente conocí el trabajo de Alexander Waugh (corrigiendo el error de transcripción), un oxfordiano inglés de quien también hablaremos en este podcast.
En ese momento me encontraba estudiando la vida de otro gran personaje de la era isabelina: el doctor John Dee, el mayor sabio y científico de su tiempo. Buscando material sobre Dee en YouTube me encontré con los videos de Waugh, en los que mencionaba la conexión entre John Dee y Shakespeare.
John Dee fue uno de los más grandes sabios de la historia: gran matemático, astrólogo, algunos lo calificaron de alquimista y mago, pero también fue un científico extraordinario y un navegante que hizo avanzar notablemente la tecnología de la navegación en su tiempo. Sus contribuciones a las matemáticas son enormes. Además, fue un consejero influyente y un político relevante, aunque su rol político junto a Isabel I es más discutible. Todo esto en pleno siglo XVI, durante el reinado de Isabel I.
Por lo tanto, estudiando a John Dee descubrí que existía una relación entre Dee y Shakespeare. Y me dije: claro, eran contemporáneos, pero hasta ese momento yo entendía que Shakespeare era simplemente un actor de teatro. En ese tiempo los actores tenían un estatus social bajo, se consideraban artistas vulgares, del pueblo, sin prestigio. ¿Cómo podrían Shakespeare y John Dee —un hombre encumbrado en la corte, doctor, gran académico— tener algo en común?
Pero al ver los videos de Alexander Waugh, me di cuenta de que estaba hablando de algo distinto. No del Shakespeare que conocíamos desde la escuela, sino de Edward de Vere, el 17º Conde de Oxford. Y allí empezó para mí esta aventura.
¿Qué ocurre? Según los oxfordianos —o sea, quienes adherimos a la teoría oxfordiana sobre la autoría de Shakespeare—, William Shakespeare era uno de los seudónimos utilizados por Edward de Vere, el 17º Conde de Oxford. De ahí el nombre "teoría oxfordiana", ya que tradicionalmente se nombra a los nobles por su título en lugar de su nombre civil.
Más adelante veremos en detalle todo lo relacionado con la vida de Oxford, porque de eso se va a tratar principalmente este canal. Este es un misterio fascinante, que parece sacado de una de las propias obras del autor.
Pero en este primer programa quiero concentrarme en la pregunta fundamental: ¿vale la pena dudar? ¿Vale la pena cuestionar la atribución oficial? Lo digo nuevamente: después de horas y horas de conferencias, documentales y cientos de páginas de lectura, tanto oxfordiana como stratfordiana, considero que sí vale la pena.
Aquí quiero hacer una distinción importante:
- Oxfordianos somos quienes creemos que el Conde de Oxford es el verdadero autor de las obras de Shakespeare.
- Stratfordianos son quienes sostienen con firmeza que el hombre de Stratford-upon-Avon —Shakespeare— escribió las obras.
- Existe además el término anti-stratfordiano: alguien que duda de que el hombre de Stratford sea el autor, pero que no necesariamente sostiene que Oxford lo fuera.
Luego de estudiar todas estas perspectivas decidí que quería compartir lo aprendido y seguir investigando, pero de manera interactiva, conversando y compartiendo con otros interesados en el tema. Ese es el sentido de abrir este canal Oxfordianos en español.
Nuestra idea es también difundir la literatura oxfordiana, por ejemplo empezando con el libro más importante sobre el tema: Shakespeare Identified (1920), de J. Thomas Looney.
Pero vayamos por partes. En este primer programa quiero partir correctamente y esclarecer la pregunta clave:
¿Por qué es válido cuestionar la atribución tradicional de la autoría de las obras a aquel hombre nacido en Stratford en 1564 y muerto en 1616 (el mismo año que Miguel de Cervantes, por cierto)?
¿Existen elementos suficientes para sostener una duda razonable y plantear esto como un tema serio de estudio? La respuesta es sí.
Incluso existe una Declaración de duda razonable sobre la autoría de Shakespeare que se puede firmar en línea, y de la cual hablaremos más adelante.
Como les dije antes, vamos a hacer una distinción metodológica en este canal:
- Shakespeare será entendido como el hombre de Stratford,
- mientras que el escritor será considerado, al menos por ahora, como una persona distinta cuyo nombre aún no pondremos sobre la mesa.
Antes de hablar del verdadero hombre detrás de la "máscara Shakespeare", debemos concentrarnos en por qué la historia oficial carece de sustento histórico y es válido y razonable cuestionarla.
A continuación, enumero los principales puntos que abordaré hoy. Mis fuentes principales son la Declaración de duda razonable, el libro Shakespeare Beyond Doubt? (con signo de interrogación) y una conferencia del oxfordiano Tom Regnier, quien lamentablemente falleció el año pasado por COVID-19. Vaya también este programa dedicado a su memoria: gran estudioso y erudito.
Comencemos:
🔹 Punto 1: No existen manuscritos de ningún tipo de William Shakespeare. Esto es muy raro, incluso para un escritor de hace 450 años. Solo tenemos seis firmas dudosas —las famosas "firmas de Shakespeare"—, que seguramente estarán viendo en el video de YouTube. Eso es extremadamente extraño.
El Primer Folio —la primera edición casi completa de sus obras— apareció en 1623, cuando el hombre de Stratford ya había fallecido. Por lo tanto, el primer rastro que tenemos de la obra shakespeariana es un impreso, un libro, no manuscritos.
Se supone que en vida de Shakespeare se publicaron algunas obras de manera "pirata", realizadas por personas que iban al teatro, memorizaban los textos y luego publicaban versiones defectuosas. Pero no hubo publicaciones oficiales de las obras mientras él vivía.
Sin embargo, sí se publicaron dos poemas importantes: Venus y Adonis y La violación de Lucrecia, ambos poemas narrativos y conocidos en el mundo anglosajón, aunque menos en español.
Aun así, todo lo que tenemos de Shakespeare son fuentes impresas: ningún manuscrito. Y eso es muy raro. Yo mismo me pregunté en algún momento: "¿Dónde están los manuscritos de Shakespeare? Algo tiene que haber". Pero no: no hay nada. Solo esas seis firmas. Ni siquiera una carta.
🔹 Punto 2: No existe un rastro literario —paper trail en inglés— dejado por Shakespeare en forma de documentos, cartas, herencias u otros registros. Este fue uno de los hallazgos de la investigadora Diana Price, quien demostró que todos los escritores contemporáneos de Shakespeare dejaron algún rastro de este tipo: cartas, manuscritos de obras, diarios personales, transacciones comerciales vinculadas a su actividad como escritores (por ejemplo, pagos por escribir).
De hecho, más de la mitad de ellos dejaron rastros en todas esas categorías. Otros dejaron algunos documentos, pero ninguno quedó completamente sin rastro… salvo el más importante de todos, William Shakespeare. Eso es inaudito.
Ben Jonson, otro escritor contemporáneo, lo llamó “alma de la época” (soul of the age) en el famoso Primer Folio. Pero si Shakespeare era tan célebre en vida, ¿cómo es posible que no se haya conservado nada de él? Ninguno de sus manuscritos. No tiene ningún sentido.
El libro de Diana Price es maravilloso y lo comentaremos más adelante en detalle.
El testamento de Shakespeare, que sería otro tipo de rastro documental, no contiene ninguna mención a libros, manuscritos ni a lo que se haría con sus obras. Si era un escritor celebrado y, supuestamente, hizo su fortuna gracias a sus obras, ¿no habría dejado estipulado quién se haría cargo de su legado literario?
Esto ocurre en casi todos los casos de escritores cuyos testamentos se conservan. Si alguien objetara diciendo que en aquella época no se acostumbraba a hacerlo, la investigadora Bonner Miller Cutting demostró lo contrario: ella revisó cientos de testamentos de la época y en todos se puede deducir el oficio de la persona; y en el caso de los escritores, casi siempre incluyen menciones explícitas a libros y manuscritos.
Recordemos que en ese tiempo los libros eran objetos extremadamente valiosos, comparables a joyas: podían heredarse, venderse o capitalizarse. Resulta totalmente improbable que Shakespeare no mencionara sus libros ni manuscritos en su testamento, siendo que fue muy detallado en otros aspectos.
Pero eso lo dejaremos para cuando revisemos en detalle el testamento en un futuro episodio. Por ahora, basta decir que no existe un rastro literario dejado por Shakespeare.
🔹 Punto 3: No hay testimonios contemporáneos que se refieran al hombre de Stratford como escritor. Solo hay registros que lo describen como empresario, prestamista y actor ocasional. No existen registros donde conste, por ejemplo, que se le pagó por escribir una obra, o donde se lo alabe como gran escritor.
Tampoco hay registros de celebraciones en su honor durante su vida. En cambio, sí tenemos diarios y documentos personales de la época que deberían hablar de Shakespeare… y no lo hacen. Eso es muy interesante y lo analizaremos en otro momento.
Reitero: no hay testimonios contemporáneos que lo describan como escritor. Y tampoco sabemos nada sobre el impacto de su personalidad en el mundo literario de su tiempo. Como dice Charlton Ogburn en su maravilloso libro The Mysterious William Shakespeare, la influencia de Shakespeare fue, aparentemente, póstuma: su impacto solo se manifestó después de su muerte, cuando sus obras comenzaron a editarse en forma sistemática.
🔹 Punto 4: No se conocen detalles biográficos del Shakespeare de Stratford, por lo que la mayor parte de las biografías modernas están basadas en suposiciones.
Ni siquiera se sabe si Shakespeare tuvo educación formal y hay bastantes razones para pensar que era iletrado, ya que tanto sus padres como sus hijas fueron analfabetos. Sería el único caso en la historia de un escritor que, habiendo alcanzado tal altura, no enseñó siquiera a leer y escribir a sus propias hijas.
Eso es verdad, y también yo no lo podía creer cuando me enteré: que sus padres fueran analfabetos lo puedo aceptar, que él se haya educado a pesar de ello también, pero que el mayor escritor de la historia naciera en una casa de iletrados y luego, habiendo alcanzado educación, no educara a sus hijas… eso sí es difícil de creer.
Y es verdad: las hijas de Shakespeare eran analfabetas, o al menos se cree que podían leer pero no escribir, ya que firmaban con una X en documentos oficiales. En esa época ya existían las firmas personalizadas, de hecho todos los escritores de la época de Shakespeare tenían firmas estilizadas y hermosas, mientras que Shakespeare apenas podía escribir su nombre. Eso es otro tema interesante para un programa futuro.
🔹 Punto 5: Solo tenemos las obras impresas de Shakespeare: los famosos quartos, llamados así por el tamaño del libro (el pliego se dividía en mitades, cuartos y octavos). Esas publicaciones son las obras de teatro y poemas ya mencionados, y el Primer Folio, la gran recopilación de su obra casi completa, publicada en 1623.
Pero esas son todas las fuentes que tenemos de Shakespeare. No tenemos obra juvenil, por ejemplo. Se sabe que pasó sus últimos años en Stratford como comerciante y prestamista, comprando propiedades y arrendándolas, algo bien documentado por historiadores oficiales. Pero no hay evidencia documental de que trabajara como escritor en ningún momento, ni siquiera en su propio pueblo. Eso es extraño.
Que no tengamos obra juvenil podría excusarse como "algo normal en la época", pero no es así: tenemos manuscritos de juventud de Miguel de Cervantes, contemporáneo de Shakespeare. Cuando un escritor alcanzaba notoriedad, la gente conservaba cualquier obra temprana que tuviera en su poder. Si alguien tuviera un poema juvenil de Pablo Neruda cuando se hizo famoso, sabría que tenía un tesoro. Eso no ha cambiado. Ocurría con Neruda y también con Cervantes.
De Shakespeare, en cambio, nada. No hay obra de juventud. Si miramos el caso de Mozart, por ejemplo, hay muchas obras juveniles que, aunque no alcanzan la genialidad de las maduras, permiten ver su evolución. Incluso Mozart escribió obras mediocres en su juventud: el genio no nace hecho, se construye.
En Shakespeare no existe esa curva de aprendizaje según la versión oficial: la primera obra publicada, Venus y Adonis, es ya una obra maestra. Entonces, ¿qué pasó con sus primeras obras? ¿Cómo se perdieron? No lo sabemos.
🔹 Punto 6: No existen registros de que se haya realizado ningún funeral notable ni homenajes cuando murió. No hubo elegías ni poemas laudatorios como era costumbre, sobre todo tratándose del "mejor escritor de su tiempo".
No estamos hablando de un escritor menor o desconocido: Shakespeare era "el alma de la época", según Ben Jonson, el escritor más célebre y celebrado. ¿Cómo es posible que no haya habido un gran funeral, ni publicaciones en su memoria?
Las biografías oficiales afirman que Shakespeare fue célebre en vida, pero si eso fuera cierto sería muy extraño que no haya ninguna evidencia de que fuera despedido como un poeta laureado.
Pensemos en un ejemplo: Beethoven fue despedido en un funeral multitudinario en Viena. La gente que disfruta de las obras de un artista quiere despedirlo. Si no me falla la memoria, Venus y Adonis —el primer poema publicado de Shakespeare— tuvo nueve ediciones en vida del autor, lo que lo convertiría en un escritor muy leído. Además, el Globe Theatre y otros teatros que representaron sus obras fueron muy famosos.
Estamos hablando de alguien célebre, no de un NN. Y, sin embargo, no hay constancia de homenajes públicos en su muerte.
🔹 Punto 7: En su testamento, como ya mencionamos, no hay ninguna referencia a libros, manuscritos, cartas, atrezo teatral, instrumentos musicales… nada. Todo esto debería haber estado presente si realmente era el autor y productor de sus propias obras.
El testamento es muy detallado en cuanto a bienes y dinero e incluso menciona, en un interlineado, a dos compañeros actores por la compra de anillos conmemorativos. Pero nada hay que hable de un escritor.
Además, el lenguaje del testamento es crudo, funcional, mientras que los testamentos de otros escritores de la época solían ser de gran calidad literaria, incluso poética, pese a su carácter legal. Esto lo ha demostrado también la investigadora Bonner Miller Cutting.
🔹 Punto 8: El Primer Folio de 1623, que es la principal evidencia utilizada por los stratfordianos para defender la autoría, es un texto muy problemático y lleno de enigmas. Todo lo asociado a su publicación, a su tumba y monumentos plantea muchos misterios, que analizaremos en profundidad en el futuro.
El Primer Folio, que podría ser la prueba reina para afirmar que William Shakespeare de Stratford escribió las obras… en realidad no lo dice tan claramente. Su texto es tremendamente ambiguo.
🔹 Punto 9: Se ha escrito muchísimo sobre la vasta cultura que exhiben las obras de Shakespeare: están plagadas de símbolos y analogías eruditas; Shakespeare tenía un gran conocimiento de los clásicos grecolatinos en su idioma original. Es decir, no leía a Homero en inglés: lo leía en griego; no leía a Ovidio en inglés: lo leía en latín. Además, poseía un conocimiento profundo de las leyes.
Por ejemplo, el caso citado en Hamlet, en la escena de los sepultureros, corresponde a un caso jurídico francés y, en tiempos de Shakespeare, el único documento donde se explicaba ese caso estaba escrito en francés normando, un dialecto especializado de las cortes legales. Solo alguien con formación jurídica avanzada podría haberlo leído y comprendido. Es decir, es un nivel de erudición tremendo.
Por lo tanto, Shakespeare tendría que haber sido el hombre más culto de su tiempo. En sus obras hay conocimientos profundos de medicina, arte, música y muchos otros campos, incluyendo conocimientos de nicho, como la cetrería, un deporte exclusivo de nobles en Inglaterra y que aparece representado varias veces en sus textos. Los plebeyos no podían practicarla: era ilegal.
Entonces, ¿cómo sabía Shakespeare de Stratford —un iletrado, un hombre de clase baja— detalles íntimos de la cetrería? Es una gran pregunta.
Como decía y reitero: Shakespeare debió haber sido el hombre más culto de su tiempo, con más mundo y más lecturas, y con acceso a una vasta biblioteca, ya que sus fuentes están por todas sus obras. Pero no tenemos ninguna explicación de cómo el hombre de Stratford pudo haber accedido a tantos libros: en esa época no existían bibliotecas públicas. Si querías leer un libro, tenías que comprarlo. No había forma de pedirlo prestado.
Entonces, ¿dónde aprendió Shakespeare todas estas cosas? ¿En el bar? Algunos afirman que aprendía conversando en la taberna “La Ballena”… ¿Es posible que alguien de clase baja adquiera una educación tan extraordinaria? Sin duda: era posible en esa época, como lo es hoy.
El propio Christopher Marlowe, contemporáneo de Shakespeare y a veces mencionado como posible autor de las obras, también venía de extracción humilde y logró educarse gracias a su talento: fue becado en Cambridge o en Oxford —no recuerdo bien—, y se convirtió en un gran escritor con una historia muy interesante (de hecho, se cree que fue asesinado).
Pero el punto central es este:
es posible que alguien de clase baja y talento sobresaliente llegue a ser un sabio, sí; lo que no es posible es que eso ocurra sin dejar ningún rastro documental.
Las universidades inglesas de la época, igual que hoy, daban becas de excelencia a personas brillantes de origen humilde, y siempre quedaba registro de ello. En el caso de Shakespeare de Stratford no tenemos ninguna evidencia ni siquiera de que haya asistido a la escuela elemental, la grammar school de Stratford, aunque se presume que “debió haber ido”, dado el nivel de erudición de las obras que se le atribuyen. Pero la educación obtenida allí habría sido insuficiente para producir las obras del canon shakespeariano.
Por lo tanto, nos encontramos en un auténtico callejón sin salida.
Como vemos, hay razones más que suficientes para dudar de que el hombre de Stratford haya escrito las obras. Ahondaremos en futuros programas en todas estas cuestiones y en muchas más preguntas que surgen alrededor de este misterio.
Espero haber sembrado la duda en muchos de ustedes acerca de la historia oficial de Shakespeare.
Ahora podrían decir: “¿Qué gano con dudar? La historia ya está escrita”. No, no: la historia se está escribiendo todavía.
Existe una descalificación frecuente que se hace a quienes dudamos de la autoría shakespeariana: dicen que somos “lunáticos”, “locos”, “gente zafada del mate” que no tiene nada mejor que hacer con su vida que inventar teorías absurdas. Nada más lejos de la verdad.
La teoría oxfordiana es muy seria y la duda sobre la autoría de Shakespeare ha sido compartida por gente muy respetable. Solo para mencionar algunos: a lo largo de la historia grandes personajes han dudado de la autoría shakespeariana y lo han hecho con motivos razonables y siendo personas tremendamente inteligentes.
Hoy en día, tenemos incluso dos jueces de la Suprema Corte de Estados Unidos que son oxfordianos, así como un actor shakespeariano reconocidísimo: Sir Derek Jacobi, gran actor y oxfordiano acérrimo. Incluso el propio Keanu Reeves dijo recientemente en una entrevista que cree en la teoría del Conde de Oxford como autor de las obras de Shakespeare.
Por lo tanto, no estamos hablando de gente deschavetada que cree cualquier cosa, sino de personas serias, respetables y muy inteligentes. Hay muchos abogados, historiadores y estudiosos en este movimiento, porque en realidad esta teoría no solo cubre lagunas tremendas en la historia oficial: explica las obras mismas.
Hay una relación hermosa y profunda entre la vida de Edward de Vere y las obras shakesperianas. Y de eso hablaremos más adelante.
Por ahora, espero haber sembrado la duda: ¿es posible que un hombre cuyos padres fueron iletrados y cuyas hijas fueron iletradas haya sido el mayor escritor de la historia, sin que tengamos ninguna evidencia de su vida que lo muestre como escritor?
Hay espacio para la duda. Sin duda que hay espacio para la duda.
Y espero que me acompañen en este viaje de búsqueda de respuestas, y de nuevas preguntas que irán surgiendo en el camino. Porque este es un misterio fascinante y una gran aventura.
Con esto me despido por hoy: que la duda haya quedado sembrada.
Nos vemos en el próximo programa de Oxfordianos.
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